viernes, 30 de agosto de 2013

Medios de (in)comunicación y (des)información en Colombia

El anquilosamiento de los grandes medios frente a los nuevos movimientos sociales surgidos durante los últimos años es aterrador. Si no fuera por la existencia de medios alternativos, potencializados por la Internet, esos movimientos seguirían condenados al ostracismo acostumbrado de medios de incomunicación y desinformación como RCN y CARACOL.

Hoy día (y ayer también) esos medios le hacen (y le han hecho) el juego al estado y a las grandes multinacionales, dándole la espalda a la inmensa mayoría de los colombianos y sus intereses. Es decir, tenemos una comunicación puesta al servicio de grupos de poder, una comunicación oligopólica, y no algo cercano a la comunicación social, a la comunicación ciudadana, que responda al poder primario de una democracia, emanado del pueblo.

Es claro que el mantenimiento del orden público es una de las responsabilidades inherentes de la administración pública. Y los medios participan de esta responsabilidad de manera subsidiaria. Por eso, informar sobre los movimientos y las protestas sociales demanda una perspectiva diferenciada sobre la manera en que ellos se desarrollan.

No cabe a los medios, por ejemplo, suplir el papel de fiscales y jueces en materia de información. No se trata simplemente de aparatos e infraestructuras que deban estar supeditados a las fuentes estatales, militares, policiales, empresariales, industriales, gubernamentales, etc. La imparcialidad y la objetividad, como principios, exigen, más bien, una responsabilidad enorme a la hora de ilustrar los acontecimientos.

Difundir actos de violencia, enfrentamiento, judicialización, crimen, entre otras materias preferidas por los grandes medios, sin los antecedentes y el contexto adecuados para el conocimiento ciudadano, representa un peligro para la sociedad actual y el orden público mismo.

El espectro electromagnético es un bien común, administrado por el estado y explotado por diversas empresas mediáticas. De allí se deriva la función social que estas deben respetar y acatar, no menoscabar y despreciar.

Y a eso están llamados los medios para no convertirse ellos mismos en agentes de una violencia simbólica que aviva también el conflicto social. A ser mediadores más que partes de los acontecimientos. Ese enorme vacío, que se ha ido ampliando con el paso del tiempo y el poder de las grandes corporaciones, es el que hoy estamos llamados a llenar con los diversos materiales que vienen circulando en la comunicación mediada por computadores, para denunciar la injusticia y el abuso de aquellos mismos que se vanaglorian por haber sido elegidos por el pueblo al que hoy agobian.

miércoles, 28 de agosto de 2013

La tristeza de nuestra economía

En vez de ayudar a campesinos, estudiantes, trabajadores, comuneros y la diversa y rica gama de personas comprometidas con un futuro mejor para nuestro país, los (des) gobiernos traicionan a sus propios compañeros de tierra, de patria.