viernes, 11 de diciembre de 2009

UN travelling en la Plaza Che - Bogotá

Imágenes de la Plaza Che Guevara y sus alrededores en el campus de la Universidad Nacional en Bogotá. Los destellos de un fuerte sol acompañan este travelling hecho en la semana que termina.

sábado, 17 de octubre de 2009

LA FUERZA NO PUEDE ACABAR CON LA UNIVERSIDAD PÚBLICA

politik need force politik need cries
politik need ignorance politik need lies
Manú Chao

Mientras los presupuestos para la guerra sigan creciendo en nuestros países es claro que la educación superior va a verse afectada en uno de sus sectores más críticos: el financiero. Y tal como lo ha dicho el señor rector de la universidad "por más de 16 años las universidades mantienen su presupuesto congelado de forma que (para la Universidad Nacional, por ejemplo) en el año 2010 el aporte de la Nación para funcionamiento solo cubrirá gastos de personal y en los próximos años ni siquiera eso."* De suerte que rellenar esos huecos faltantes en el presupuesto institucional significa el deterioro en el carácter público de la misma. Y lo peor de todo es que, según el citado rector, en el presupuesto para el próximo año no existe la compensación financiera prometida por el presidente a los rectores del Sistema Universitario Estatal, hace casi un año atrás. Una situación que vaticina un oscuro panorama para la educación pública, frente al atraso histórico a que ha sido sometida por el Estado colombiano.

Esta realidad espetada por toda clase de autoridades académicas desde mucho tiempo atrás forma parte del terrible estado en que se halla la educación, la ciencia y la tecnología en el país. Basta solo caminar por alamedas y pasillos de la Universidad Nacional en Bogotá para darse cuenta de que una gran cantidad de estudiantes están en los más duros aprietos económicos para sacar sus estudios adelante. Snacks, gaseosas, galletas, brownies, empanadas, pasteles, jugos, bombones, chicles, agua, música, películas, collares, aretes, cigarrillos, llamadas telefónicas, frutas, sanduches, entre una infinidad de productos y servicios que hoy en día ofrecen dichos estudiantes en el campus. Esta situación, que viene incrementándose desde hace algunos años atrás, también revela la ineficacia de oficinas como la de Bienestar Universitario, la cual, más bien, con su negligencia, contribuye con el malestar que está viviendo en esta hora toda la comunidad académica, de la única universidad estatal que es patrimonio de toda la nación colombiana.

Toda esta coyuntura educativa y social desembocaría infelizmente en la presión ejercida por una parte de la comunidad universitaria contra el señor rector el día de ayer, para que se hiciera presente en el auditorio León de Greiff, con el fin de explicar la situación presupuestal ante los diversos estamentos universitarios. Pero la cosa pasó a más cuando, luego de controlada la situación de presión contra el directivo, la policía irrumpió en el campus, llegando hasta la plaza Che Guevara, donde lanzaron gases pimienta contra los presentes en los alrededores y capturaron algunas personas que corrían despavoridas ante los armados. Según la agencia universitaria de noticias “miembros de la fuerza pública irrumpieron en el campus para controlar a algunos de los manifestantes que permanecían todavía reunidos.” ¿Manifestantes reunidos? ¿Dónde? La tal manifestación fue algo más bien momentáneo y no organizado como lo quieren hacer ver los medios y las autoridades. Tomar el todo por la parte para justificar la utilización de la fuerza represiva no es el mejor camino para la democracia, antes bien es su debacle.

El triste destino de quienes estudiamos en las universidades públicas (triste, como lo diría el mismo rector) no puede solucionarse meramente con un decreto o alguna resolución administrativa; mucho menos por la fuerza. Esta una situación que afecta el futuro y la seguridad nacionales. En este orden de ideas no puede pedirse que tal manifestación dentro del campus sea vista como un acto terrorista. Dada la trascendencia la temática presupuestal no es entendible que la actual administración no haya informado de manera clara y oportuna sobre estos faltantes presupuestales, máxime cuando estamos a casi dos meses del término de esta vigencia y la financiación gubernamental nacional sigue en veremos.

La educación, la ciencia y la tecnología son también temas de seguridad nacional como lo son otros relativos a la defensa. Pero debilitar los primeros sectores, en beneficio de los segundos, constituye un tránsito paulatino hacia la dependencia y por lo tanto hacia la pérdida de autonomía, soberanía y ciudadanía. Estos temas no pueden verse en blanco y negro. La cantidad de matices que evidencia la actual problemática devela los desaciertos de varias administraciones para el manejo del tema educativo.

Basta poner el ejemplo de un foro departamental de educación a realizarse en el corregimiento de La Chorrera, Amazonas, en agosto de 2008. A éste no asistieron ni los delegados del Ministerio de Educación Nacional, ni los de la Secretaria de Educación Departamental de Amazonas, dejando a la comunidad al borde de la anomia por el desprecio mismo de la administración estatal para la planificación participativa en educación étnica. Por no hablar aquí también de las fallas estructurales en un sistema que no ofrece oportunidades a la mayoría de bachilleres que hoy en día están saliendo de los miles de colegios ubicados a lo largo y ancho del país.

Finalmente, la situación de la educación pública superior sigue aquel mismo rezago. Cada día los programas de bienestar universitario se ven reducidos por las presiones presupuestales, mientras son esperadas y recibidas algunas donaciones para el mejoramiento de la infraestructura, pues el recorte estatal a las finanzas del sistema universitario viene siendo exponencial. Mientras los policías motorizados entran al campus con fusiles y lanza gases, en contubernio con la seguridad de la misma universidad, para dispersar a quienes con la palabra y el diálogo hemos venido elaborando otras alternativas pacíficas en medio de esta confusión.

Fundamentar el poder en la ignorancia y las lágrimas del otro no es una política de bienestar social y mucho menos de fomento a áreas tan vitales para el avance de los colombianos, de cara al siglo XXI. Postergar los reclamos frente al injusto e inequitativo sistema público de educación es una afrenta para la juventud y la niñez, especialmente para quienes están entre esos casi 20 millones de colombianos que actualmente viven en la pobreza. Esos colombianos que hoy en día están en los pasillos de las universidades públicas ofreciendo sus productos o sus servicios, con el sueño azaroso de algún día poder trabajar dignamente o, al menos, terminar sus estudios, ya que el sistema mismo procura hacerlos a un lado, en un intento por homogenizar y esclavizar el pensamiento y la acción.

Es claro que la sociedad nacional necesita de su universidad nacional pública y para el beneficio de quienes de otra manera no podrían ver concretado su derecho a la educación superior. Pensar de otra manera sería hacerlo desde el individualismo, a sabiendas de que la organización social es la única que puede encargarse de estos asuntos colectivos. De aquí también que sea necesario conservar el espacio del diálogo como única vía para superar la actual coyuntura. De otra manera sería continuar en el salvajismo político –el cual practica los vicios más prominentes de la organización artesanal, tal como el personalismo- y el fomento de la anomia social. En consecuencia, esto no es una cuestión de subsidios para dar a dos, tres o quince amigos, sino que se trata del futuro de millones de colombianos que apuestan por un mejor mañana para sus hijos, el cual aún no se ve hoy asegurado.

*La universidad pública, en peligro. Por Moisés Wasserman En: http://www.mineducacion.gov.co/observatorio/1722/article-201648.html, accesado el 17 de octubre de 2009.

martes, 9 de junio de 2009

A 80 AÑOS Y UN DÍA DEL ASESINATO DE GONZALO BRAVO PÉREZ

El tiempo de la prosperidad a debe desemboca en la turbulencia económica y social de finales de los años 1920s. Por esto las manifestaciones de 1929 en contra de la masacre de las bananeras y el nombramiento del General Cortés Vargas en la comandancia de la policía capitalina serían reprimidas por la guardia presidencial. Estos cuerpos asesinarían el día 8 de junio de ese año a Gonzalo Bravo Pérez, estudiante de leyes de la Universidad Nacional de Colombia, y quien participaba aquel día en las jornadas estudiantiles.

Lamentable situación que también volvería a repetirse en la “Atenas Suramericana” en los días de junio de 1954, sólo 25 años después. Aquel 8 las balas eliminarían a Uriel Gutiérrez. Al día siguiente serían también ejecutados entre otros Álvaro Gutiérrez, Elmo Gómez Lucich, Hernando Morales, Rafael Chaves Matallana, Jaime Moure Ramírez, Hernando Ospina López, Hugo León Vásquez y Jaime Pacheco. Entonces se llegó hasta el extremo de nombrar un coronel como rector del alma máter.

Hechos descabellados que señalan la violencia histórica contra los sueños estudiantiles y la libertad de investigación y de cátedra. Contra el proceso de construir un mejor sistema educativo superior enfocado hacia una nueva era de información, participación y conocimiento. La concentración del espíritu mezquino en el uso de la fuerza ha sido la talanquera para este avance científico, educativo y mental, mientras se distrae tales situaciones con el manto que crean los propios criminales con sus falsas banderas.

En la oscura lucha contra el olvido la luz de estos estudiantes brilla como el astro rey en el día más largo del solsticio. Por eso hoy este réquiem para no olvidar aquella infamia. La de la oposición de la fuerza contra la razón y el conocimiento. La del desprecio de la naturaleza y la cultura.

Hoy, 80 años después, el sol sigue siendo testigo de esta barbarie contra el prójimo a través de la fuerza y la violencia. Las noticias de Perú comunican por estos días la muerte de varias decenas de indígenas de la selva amazónica, con las armas que el pueblo ha otorgado a las instituciones para su defensa. Armas que hoy se han vuelto contra el hermano para desconocer el hambre y opacar el mañana de estos pueblos originarios –y por extensión de los pueblos suramericanos.

El ultraje sigue al orden del día. Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia histórica. La educación superior colombiana sigue tan vilipendiada como en aquellos tiempos, siendo relegada además a los últimos lugares del sostén público.

jueves, 21 de mayo de 2009

MANZANA MALSANA: CIENCIA Y EDUCACIÓN SUPERIOR EN COLOMBIA

Buenas jineteras y alcohol están bajo control
la escuela y el monte de piedad son propiedad del señor Matanza
El decide lo que va, dice lo que no será
decide quien la paga dice quien vivirá
Esa y esa tierra y ese bar son propiedad
son propiedad del señor Matanza
Y a mi ñero llevan pal monte
Y a mi ñero llevan pal monte
Y mi ñero que lo llevan y se van los que matan ¡pan pan!
son propiedad del señor Matanza
Mano Negra

Languidece irremediablemente la ciencia y la educación públicas en Colombia. Los pocos recursos que tiene la nación colombiana para la evolución de estos campos tan trascendentales son ahora -y han sido- exprimidos por sus endoparásitos tecnócratas. Mientras tanto, estos especímenes premian a criminales, bancos y grandes corporaciones, menoscabando la participación ciudadana en la construcción de un efectivo sistema público de ciencia e investigación; que responda a las expectativas del pueblo colombiano de cara al nuevo milenio. Esto es más cierto cuando se constata que el discurso del crecimiento económico aún fundamenta la política actual en el paìs.

Nuestra condena es justamente la dependencia a esta ceguera productivista , la cual no reconoce en la ciencia -entendida aquí también como investigación- a un campo propicio para la educación, la cultura, la economía y, en general, para el bienestar social (1). Ceguera que nos lleva hacia el abismo y la tragedia. Hacia la represión y la violencia como prácticas constantes frente a los reclamos sociales, los cuales son desfigurados ante la debacle financiera de los estados.

En Colombia, para el presupuesto general de 2008, por ejemplo, fueron destinados casi 9 billones de pesos en protección social y defensa, que equivalen a 40 por ciento del total presupuestal para esta vigencia. Años luz del pobre presupuesto que nuestro estado destina para la ciencia, y en favor más bien del control sobre la naturaleza física y el hombre (2). Sin embargo, la investigación en salud sigue siendo precaria y es casi un lujo, mientras los recursos de defensa son destinados para violar la intimidad personal y para patrocinar la recompensa por el homicidio. En este caso la universidad pública también es mancillada y el papel de la ciencia termina por desdibujarse desde los escritorios.

Tal el caso de Jaime Alberto Camacho, rector de la Universidad Industrial de Santander, para quien los líderes estudiantiles constituyen obstáculos que deben ser eliminados (Cf. "Conversacion de Jaime alberto camacho rector uis con paramilitares"). Nada más bárbaro cuando lo que se busca es la libertad de cátedra y de investigación. Por eso la ciencia hoy está perdiendo su verdadero papel como garante del bienestar de la sociedad colombiana. Se constituye en un espacio para el cual no fue creada y las posibilidades de innovación se ven menguadas por oscuros intereses.

Es aquí cuando se criminaliza la protesta para intentar tapar el sol con la mano y las manifestaciones reivindicativas se convierten, de buenas a primeras, en escenarios de crimen y vandalismo que se debe reprimir. Ideas muy cercanas a la visión industrial de la United Fruit Company (léase Las Bananeras), aunque ahora practicadas mucho más sutilmente y con el histórico y renovado apoyo de la tecnocracia (3). La tecnología, la educación, la investigación, en fin, la ciencia misma, puestas como medios para fines políticos. Nada más ajeno al compromiso que la ciencia tiene para con la evolución y la sostenibilidad humanas.

-CIENCIA +VIOLENCIA = -SOCIEDAD +APATÍA
Tal vez esta ecuación pueda resumir la infortunada situación. Las prácticas políticas de los últimos años así lo señalan también. El anterior caso de la Minga Indígena ilustró sobre esta sistemática violación de derechos humanos a que han sido sometidos estudiantes, sindicalistas, obreros, profesores, indígenas, en fin, con la supuesta fundamentación en valores democráticos. No obstante nada más lejano de la realidad cuando algunos mercenarios acompañan frecuentemente a la policía con el objeto de disparar contra el mismo pueblo (Véase: "Policía dispara contra indígenas en marcha (Colombia) CNN"), o contra sus líderes y familiares. Como en diciembre pasado, cuando fue asesinado Edwin Legarda, compañero de Aida Quilcué, Consejera Mayor del Consejo Regional Indígena del Cauca y líder activa de la Minga Indígena (105 vainillas de fusil fueron encontradas en la escena del crimen (Véase: "Edwin Legarda Asesinado"), ¿por qué acelerar tantas balas para acabar con la vida de una persona cercana a esta defensora de derechos humanos, mientras los verdaderos delincuentes hacen de las suyas? ¿Por qué estas desquiciadas acciones de nuestro ejército cuando se sostiene la inexistencia de un conflicto armado? Son muchas las preguntas surgidas en torno a la anomia a que hemos llegado en los últimos años.

Otro botón de esta muestra se toma del pasado mes de mayo. Manuel*, estudiante de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, sintió también escapar su alma gracias a la fuerza pública, pues un policía del escuadrón antidisturbios le disparó un artefacto directamente a su cabeza, causándole una herida que necesitó de cuatro puntos de sutura. Es el colmo que aún sigan siendo frecuentes tales prácticas. En el caso particular de Manuel muestra cómo se ha vuelto común para el establecimiento criminalizar la protesta con el objeto de justificar sus amañadas acciones, que distan leguas de ser populares, en el buen sentido de esta palabra -no en el creado desde las encuestas.

Las armas deben ser para la defensa del pueblo, porque de este emana el poder público y la legitimidad en cuanto al uso de aquellas, y no para su represión. Por eso Manuel y su familia, que len han pagado tributo al estado mismo, no entienden cómo una fuerza represiva pueda hacer esto con unos muchachos que lo que están buscando son mejores oportunidades para su vida. Sin embargo, esto es lo que menos importa en la actualidad, según un desfigurado esquema democrático. El mismo Manuel comenta irónicamente que si hubiera muerto lo hubieran presentado quizá como a un guerrillero o tal vez un miliciano falso positivo. Pero hoy damos gracias a Dios porque aún puede asistir a las aulas del alma máter, buscando terminar sus estudios para conseguir un futuro tal vez mejor. En donde la brutalidad de la fuerza no opaque la razón y la vida.

La educación pública colombiana evoluciona de tal manera en un ambiente de incertidumbre y desasosiego, donde el pensamiento crítico cede ante la violencia de la fuerza y del pensamiento hegemónico. En las escuelas oficiales se sigue enseñando el inglés, en tanto son desechados las lenguas originarias americanas y el portugués como segundo idioma regional suramericano. Y los colegios acentúan este rumbo, de forma que al final se tenga mucho conocimiento basura, el cual pueda servir para la presentación de algunas pruebas, aun cuando no para la vida misma.

Por su lado, la educación superior pública, que estaría encargada de la noble tarea del avance científico, educativo y tecnológico, es hoy más pensada en el país como un negocio o un foco de crimen que como un bien estratégico nacional. Basta señalar las constantes rebajas en los presupuestos estatales -cuando es que los hay- para sostener su funcionamiento y el estigma con que son tratados los estudiantes de estos centros. A ella pueden acceder cada vez menos personas y su inserción en el engranaje cultural y económico es muy precario. Por estas y otras razones más ya se calificó a nuestra educación superior como “centralista, inequitativa, tradicional y privatizante” (Cf. "La responsabilidad histórica de la educación en Colombia. Amenazas a la universidad pública").

Ahora, si se considera que la población en edades entre los 17 y 65 años en Colombia, que sobrepasa los 25 millones de habitantes según proyecciones del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, se tendrá que sólo un millón y medio de estos potenciales técnicos, tecnólogos, profesionales, maestros, doctores, en fin, de científicos e investigadores, tiene acceso a este tipo de estudios superiores en instituciones tanto públicas como privadas. Lo cual representa apenas el 6 por ciento de nuestro potencial humano dedicado a tan honrosos menesteres. Lástima que las cifras oficiales muestren panoramas demasiado positivos, no obtante la definición legal de lo que es la educación superior permite acoger en este costal a una infinidad de centros educativos de diversa índole y calidad -instituciones técnicas profesionales, instituciones universitarias, escuelas tecnológicas y universidades- y, asimismo, cifras que sobrepasan el millón de estudiantes superiores (4).

Mientras tanto la cuestión de la tecnología no deja de ser otro dolor de cabeza para el futuro inmediato. No hace falta una observación aguda para caer en la cuenta de que la mayor parte de máquinas y los conocimientos asociados a éstas provienen allende nuestras fronteras. Traemos aviones y celulares de Brasil, computadores y carros de Estados Unidos y toda suerte de aparatos electrónicos desde Oriente. No obstante lo incorrecto no sea importarlos, sino más bien el hecho de que aún no tengamos la capacidad científica para comenzar a innovar también en estos sectores tan importantes para la economía y la cultura contemporáneas. Por esto podemos decir con el poeta:

Manzana malsana
El peor mal que nos pueden hacer
es desarrollarnos,
industrializarnos,
obligarnos con violencias tecnológicas
a perder la integridad de la mente
con la manzana malsana del progreso material,
queso podrido de sistemas
que envenenan el alma
y el agua pura de la fuente original.
El único progreso es hacia el ser,
volver a ser raíz
de origen celestial.

Para romper el hielo
no es necesario el whisky.
Angelita(5)


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(1) Según entiende Salvador López Arnal y en relación con las ideas del maestro Manuel Sacristán, “la política de la ciencia era fundamentalmente política de la investigación y, como tal, para cualquier reflexión, siempre pensó que era conveniente situarla en relación con la política educativa -con la que formaba parte de la política cultural general- y con la política económica -con la que formaba parte de la política sin adjetivos.” Cf. Riechmann, Jorge y otros. Perdurar en un planeta habitable. Barcelona: Icaria, 2006. P. 221.
(2) Como anota Lewis Mumford “El peligro para la democracia no proviene de ningún descubrimiento científico ni de las invenciones electrónicas. Las compulsiones humanas que dominan la técnica autoritaria de nuestro tiempo se remontan a un período anterior incluso al de la invención de la rueda. El peligro procede del hecho de que, desde que Francis Bacon y Galileo definieron los nuevos métodos y objetivos de la ciencia, nuestras grandes transformaciones físicas han sido efectuadas por un sistema que deliberadamente elimina toda personalidad humana, ignora el proceso histórico, abusa del papel de la inteligencia abstracta, y hace del control sobre la naturaleza física, y por último del control sobre el propio hombre, la finalidad principal de la existencia.” Ibid. P. 191.
(3) Este es un modelo administrativo moderno ampliamente apoyado por los entes estatales colombianos, el cual plantea que “lo verdadero conlleva lo bueno”, que “la verdad habla con el poder; Sobre la base de hechos científicos, el poder que se ejerce es efectivo. No hay límites al progreso del control del hombre sobre su entorno, y no hay límites al progreso material y moral de la humanidad.” Ibíd. P. 157. Es la idea del crecimiento entronizada como principio de acciòn pública.
(4) Al respecto puede revisarse la Ley 30 de 1992, “Por la cual se organiza el servicio público de la Educación Superior” y se estipula èsta como “un proceso permanente que posibilita el desarrollo de las potencialidades del ser humano de una manera integral, se realiza con posterioridad a la educación media o secundaria y tiene por objeto el pleno desarrollo de los alumnos y su formación académica o profesional.” Y aunque se señale también allí que “será accesible a quienes demuestren poseer las capacidades requeridas y cumplan con las condiciones académicas exigidas en cada caso” (art. 5), lo cierto es que poco más de un millón de personas de entre 25 millones constituyen sólo un sector privilegiado de este potencial.
(5) Tomado del libro Todo es mío en el sentido en que nada me pertenece del poeta Gonzalo Arango.

*Por seguridad del estudiante hemos cambiado el nombre del estudiante y hecho una entrevista personal para evitar el uso de teléfonos y otros tipos de comunicación que podrían verse interceptados, restándole libertad a la expresión del entrevistado.

jueves, 7 de mayo de 2009

EDUCACIÓN, CIENCIA Y TECNOLOGÍA PARA LOS PUEBLOS

¿Y cuántas bombas tienen, capaces de hacernos mierda?
Andrés Calamaro


En aquel negro agosto de 1945, cuando dos aviones descargaron sendas bombas atómicas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, el mundo asistiría al mayor ataque terrorista jamás ejecutado. Y lo peor, la creación posterior de una falsa conciencia en torno a la necesidad de aquella decisión para salvaguarda del pueblo estadounidense. Sin embargo nada más lejano de la realidad. Estado no es lo mismo que pueblo; y entre el pueblo estadounidense pueden encontrarse muchos entre quienes no ocultan estas y otras aberraciones (Noam Chomsky, Michael Moore, Martin Luther King, etc.) de la prepotencia como estrategia.

Una estrategia que ha usurpado también campos tan trascendentales como la educación, la ciencia y la tecnología, con la misión precisa de servir a este tipo de ataques contra colectivos inermes y al olvido frente a su ejecución. Nada más ingrato que estos tres pilares de la humanidad se hayan visto tan estropeados por la mezquindad y la barbarie.


Si existen la educación, la ciencia y la tecnología como valores primordiales de nuestra civilidad, estos quedan cuestionados con tales intervenciones armadas que no buscan sino generar desconsuelo y horror entre quienes lo padecen. No es este el mejor destino para tan dignas compañeras del género humano.


Lástima que sea esta la visión del primer mundo, donde, tal como señala Riechmann, "los objetivos de búsqueda del conocimiento y mejora de la condición humana perdieron importancia constantemente frente a la ganancia de poder." Lo cual estuvo en la base misma de la balanza que desestimó tantas vidas humanas y el respeto por la madre tierra.


Hoy más que nunca los pueblos reclaman educación, ciencia y tecnología, pero no de aquellas que buscan alienarlos con el menoscabo de su libertad; de su derecho a ser humanos y creer que aquella inmensa explosión de energía pudo utilizarse tal vez para llegar a Marte o al menos para brindarle electricidad a los pueblos centro y sur americanos. Sin embargo, no es esa la historia de la postguerra.