martes, 18 de noviembre de 2008

SE NOS ACABÓ EL AMOR

Así como son solicitadas nuestras bases de datos, que contienen información tan importante para la seguridad e intimidad de los estudiantes universitarios, debemos solicitarle a algunas instituciones estatales, la base de datos de todos sus cuadros. Esta información también nos daría la certeza necesaria para conocer objetivamente cuáles de sus funcionarios y guardias están acabando con sindicalistas, estudiantes, indígenas, campesinos, etc., perjudicados indudablemente por el abuso de la autoridad como conducta ordinaria en los últimos años en Colombia.

No se puede confundir al país y, especialmente, al mundo con mentiras sobre una supuesta democracia. La coacción y la fuerza no deben primar sobre la libre personalidad, opinión y expresión de los colombianos. No se puede vulnerar impunemente la voluntad popular del constituyente de 1991. Este no parece ser ya un estado social de derecho; más bien una sociedad fragmentada y manipulada por un estado y unos medios tradicionales de comunicación (las chapas dadas en las pintas de las paredes: Radio Casa de Nariño, R. C. N., y Paracol no son gratuitas) que azuzan la tranquilidad y la convivencia pacífica ciudadana.

En tal caso son decretadas todo tipo de medidas legislativas desesperadas, ante el infortunio de la actual caída de la economía de mercado y la tristeza de no reconocer que vamos tal vez como el cangrejo o peor aún. Pero es también una oportunidad certera para develar la falsa conciencia, en la cual subyace en parte la hegemonía de un régimen capitalista que no muestra señas de traer la tan anhelada paz y bienestar entre los pueblos.

Aquí el sol tampoco se puede tapar con las manos. Las protestas de los últimos meses confirman la tendencia de una desmejora constante en materia de atención de la población nacional, por parte de las instituciones colombianas y su inserción en una nueva fase económica que la catapulte hacia el siglo XXI, en su verdadera potencialidad para el contexto regional suramericano. Esa falencia es la que puede seguir perjudicando la economía regional hasta el punto de que si no cambiamos este rumbo nos veremos abocados a soportar graves problemas sociales en los próximos años en todo el país.

Bienvenidos sean estudiantes, desempleados, corteros, camioneros, indígenas, campesinos, en fin, todo tipo de trabajadores y personas de nuestra extensa geografía. En nuestra universidad si deben caber ustedes todos colombianos y sus descendientes. Una universidad pública nunca debe ser exclusiva; porque de lo contrario estaríamos asistiendo a la muerte segura de lo poco público que aún queda en ella.